Defenestrados

El estar contigo ha sido como cubrirme de mil pieles. Una por cada discusión, cada insulto, cada riña, una por cada trato de desprecio y la última, la que más me costará quitarme, la piel de lo que siento cada vez que te veo. Pondré todas mis fuerzas para arrancármelas, una a una, desprenderme de ese hedor profundo a ti, que arrastro y esparzo por doquier en cada uno de mis actos. Quiero descubrir quien soy de verdad por vez primera en años. Mil veces he pensado que esto debería haber pasado hace tiempo, que tuvimos la oportunidad de decir adiós y la desaprovechamos. Ahora pienso cuán necio fui al creer que volvías por amor, cuando en realidad eran tus sucios cálculos los que te impelían a hacerlo. No he sido más que un factor en tu ecuación, una estadística archivada en algún cajón de tu vida.

He aprendido lo malo que es esconderse y fingir que no ocurre nada y espero vanamente que no te hayas dormido aún del todo y que tú también puedas aprenderlo, aunque temo que sea tarde. He aprendido a no actuar con subterfugios y mentiras, no sé cambiar de cara tan bien como tú lo haces.

Y lo mejor o lo peor de todo, es que no te importará una mierda que te haya escrito esto, que es, en esencia, para ti. Ni siquiera te molestarás en leerlo, perder un precioso tiempo en posar tus ojos sobre algo mío.

Esto es todo cuanto te debo.