17.11.05
Zafarrancho
Después de unas semanas privado de todo ejercicio de mis libertades, recluido en una húmeda y profunda celda, estoy de vuelta con fuerzas renovadas. Fui injustamente condenado, acusado de crímenes atroces como los de usucapión, deontologismo voluntario e involuntario, maniqueísmo despótico, espigueo oligofrénico, lactancia torticera e incluso de jalonamiento mezcalero. En todo este tiempo me han corroído las ganas de escribir algo, pero lo tenía expresamente prohibido, ni siquiera me permitían hacer un borrón en un pequeño papel. Fui cruelmente despojado de todo cuanto pudiese ser susceptible de escribir o ser escrito.
Y al regreso de mi forzado ostracismo sólo encuentro palabras de odio y desaliento, ataques furtivos y francotiradores en la oscuridad. Pero seré fuerte, aguantaré este y mil embistes, escribiré siempre que pueda y no podrán aplacarme ni con un millón de balas envenenadas. ¡Huid muy lejos comentaristas enzurronados!
Sinceramente:
Un comentarista enzurronado.
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